jueves, 29 de marzo de 2012

EL DISCO DE LA SEMANA (17)




Ese chico triste llamado Billy, no tuvo mejor que hacer en 1995 que encerrarse en su apartamento y componer 56 canciones que serían la base para este estupendo larga duración.
La por sí depresiva banda alcanzó su cenit de popularidad con este trabajo que alabó la crítica mundial por la sucesión de himnos Rock que atraparon a una generación perdida en bandas sin sustancia, y que encontraron en los Smashing un resquicio de comprensión.
26 canciones densas, hipnóticas y épicas que abrieron una brecha en el Rock gótico para concederle un resquicio y trozo al fín de la tarta musical global.
Los ejecutivos se frotaron las manos y el suicidio de Cobain allanó el camino previo a la salida de este disco para reinventar la fórmula mágica.
Billy Corgan catalogó el disco como el “the wall” de los 90, por lo ambicioso y rimbombante del proyecto… nosotros lo valoramos como producto de su tiempo, porque al fin y al cabo las comparaciones siempre han sido y serán odiosas.
Os dejo con mi favorita, “1979”

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